A propósito del matrimonio gay en la Argentina

Ayer miraba una columna de opinión de un importante periódico de Colombia (en realidad no hay ninguno importante pero…) y leí con bastante alegría que el columnista en cuestión trataba muy bien desde el análisis heterosexual de un señor “varón” el asunto de los matrimonios gays en la Argentina.

Argentina nación costumbrista, con dejos de macho boleador, por eso de las costumbres gauchas, con una mezcla heredada de su pasado ítalo – europeo, llena de contraste pero que siempre ha intentado estar a la cabeza de lo que podríamos llamar “modernidad”, existe una cierta tendencia a creerse el país Europeo de nuestra Latinoamérica y eso la pone en una constante búsqueda de estar a la cabeza en todos los sentidos frente a nosotros sus vecinos.

Así es como hace un par de semanas pudimos ver con felicidad y con un sentimiento de agradecimiento que esta nación de la mano de su presidenta Cristina Fernández cambiaba la historia en el continente al finalizar un debate de forma positiva para todas y todos los argentinos, se legislaba a favor del matrimonio civil entre personas del mismo sexo, ya no más discriminación y no reconocimiento, ya nunca más la imposibilidad de tener o conformar una familia, ya no más, la decepción de no poder adoptar, ya no más el puto de la vereda sin identidad.

Esto no sólo le ha dado una brisa de colores a nuestro continente si no que ha sembrado la esperanza en cada uno de los países que lo componen, dándonos a todas y todos la posibilidad de equilibrar nuestros derechos tomando como ejemplo este hecho histórico en la nación de Sandra Mihanovic (ya en los años 80 esta espectacular cantante provocaba la ira de la iglesia y de los sectores conservadores al declarase públicamente lesbiana y además de hacer público su amor con otra rockera albiceleste, la encantadora Celeste Carvallo). Ciertamente para los que conocemos la Argentina creo que muchos podrán coincidir conmigo y es que el tema del amor traspasa el género y la orientación por sus calles, hay un dejo de libertad espiritual y de reconocer en el otro a un individuo más que al personaje y esto también al mismo tiempo posibilita las relaciones entre personas del mismo sexo, sin embargo nunca entendí esa histérica forma de relacionarse sobre todo de los Bonaerenses en fin, ¿paraíso gay?, la verdad yo no lo creo, pero de que es más fácil lo es.

Ahora cual es el aporte real al asunto, es justamente el debate abierto en todos lados y por todos los flancos, tenemos países como Chile en donde aún no se avanza nada en este tema y en donde un colaborador del gobierno de derecha de turno está tratando de presentar una ley para modificar las uniones de hecho como en nuestra Colombia y a otro senador de izquierda haciendo lobby para presentar una ley de matrimonio para personas del mismo sexo como en la Argentina; en México también se avanza y en otros lugares se ha comenzado a discutir el porqué no, cual es el impedimento real de que esto no se pueda hacer. ¿Por qué razón en todas estas naciones que se dicen fiadoras de los Derechos Humanos y en donde los estados y los gobiernos se han declarado garantes del desarrollo económico y social de sus países, aún se nos prohíbe estar y ser igual al resto de las y los ciudadanos?.

Volviendo a la columna que dicho de paso apareció en el diario El Espectador, este honesto y clarividente columnista fue bastante maltratado de forma lingüística por sus conservadores lectores, fue tanto el discurso fascista, y catequista que lo menos que le dijeron era que se había vuelto un inepto; saco a colación esto justamente porque más que los políticos y las organizaciones puedan hacer para alcanzar el sueño de la igualdad en derechos en todas nuestras naciones americanas, tenemos que a travesar un obstáculo más grande y ese lo podemos observar en las descalificaciones y en las ofensas que nos entrega la Iglesia y los sectores conservadores, las organizaciones protectoras de la familia nuclear y por supuesto la derecha en el poder que en algunos caso gobierna con la Iglesia y ahí es donde la cosa realmente se torna color de hormiga e innegociable.

Por eso la salida del closet de famosos, deportistas, políticos, personalidades, escritores, actrices, y tantos otros son un bien necesario para esta causa, cada miembro de una familia debe comprender desde la vivencia que las personas que somos LGBT no somos distintos y no estamos enfermos, que lo que queremos es que se nos permita vivir en paz y con los mismos derechos que todas y que todos, no sé si el amor de la familia realmente funcione, porque a veces lo aceptan a uno por ser parte de esta misma pero el resto que se friegue “ porque esos si están enfermos”.

El asunto en cuestión es que seguramente Cristina Fernández pasará a la historia no por ser mujer, no por ser la esposa de un ex presidente, no por ser socialista y amiga de Chávez, si no porque fue la persona que apoyó, respaldó e impulsó el matrimonio civil gay en la nación austral, creando la necesidad de hablar de esto en todo el continente. Ahora nos toca a nosotros, la sociedad civil, los civiles, las organizaciones los que se dicen y son activistas, nos corresponde tomar el toro por las astas y avanzar en la consecución de este derecho, que si bien realmente no es importante debe existir para que quien quiera ejércelo lo haga. La familia no es propiedad privada, no es una sociedad anónima y no le pertenece ni al clero ni al estado, por concepto es una institución social pilar en una sociedad y por tanto debe permitírsenos formarla.

Carlos Serrano (Fito)

Bogotá, Colombia – 02 de Agosto de 2010

PD: Por cierto yo ya legalicé mi unión con mi pareja… la verdad no es difícil, pero si se siente uno raro, es como graduarse o algo así.

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